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Jim Richard - Cuidado de la energía

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Franz-Anton Mesmer es un personaje cuyo nombre aún resuena hoy en día, aunque a menudo está rodeado de misterio y controversia. Sin embargo, su legado es considerable. Se le puede considerar un precursor de los métodos modernos de sanación energética. ¿Quién era este hombre que cautivó a la aristocracia europea con sus ideas sobre la sanación energética, la energía y la armonía? Sumérjase en su vida para comprender mejor su trayectoria y su impacto.

Una formación clásica y una idea revolucionaria

Nacido en 1734 en Suabia, Alemania, Franz-Anton Mesmer comenzó estudiando teología y derecho. Luego se dedicó a la medicina. En Viena, Austria, obtuvo su doctorado en 1766 con una tesis titulada «De la influencia de los planetas sobre el cuerpo humano». En ella desarrolla una idea que se convertiría en el núcleo de su práctica: el cuerpo humano está atravesado por un fluido universal, una energía invisible que se puede manipular para restablecer la salud. Esta energía, a la que denomina «magnetismo animal», es para él la clave de la armonía entre el cuerpo y la mente.

Sin embargo, esta práctica del magnetismo animal no es reciente. El magnetismo, la «energía magnética» y el «fluido animal» son fenómenos conocidos desde el siglo XVI.

El éxito y la controversia en Viena

Mesmer comienza a ejercer en Viena. Allí alcanza rápidamente el éxito. Trata a pacientes que padecen diversas dolencias utilizando métodos que, desde nuestra perspectiva actual, recuerdan a la medicina energética. Realiza «pasadas» con las manos sobre el cuerpo de sus pacientes, a los que a menudo induce a un estado de trance. Sus tratamientos, aunque no siempre se basan en un enfoque científico criticado, parecen dar resultados. El éxito de Mesmer llama la atención del emperador José II de Austria, que lo acoge en su corte.

Sin embargo, el éxito de Mesmer no está exento de controversia. Sus colegas médicos lo miran con recelo y lo acusan de charlatanería. Desconfían de sus métodos poco convencionales y de su enigmática energía. Este es el caso de Maria Theresia Paradis, una joven pianista ciega a la que supuestamente curó con sus «tratamientos energéticos», pero que recayó tras interrumpir el tratamiento.

La consagración y la caída en París

Ante la hostilidad del orden médico vienés, Mesmer decide instalarse en París en 1778. La ciudad se encuentra entonces en plena efervescencia intelectual y la aristocracia francesa está ávida de novedades. Mesmer encontró un terreno fértil para sus ideas sobre la armonía y la energía. Abrió una consulta, la «Société de l’Harmonie», donde recibía a la alta sociedad parisina.

Es en París donde Mesmer perfecciona su método de la «baquet». Se trata de una gran cubeta de madera, llena de agua y botellas de cristal, en la que los pacientes se sientan, cogidos de la mano. Mesmer, vestido con un traje de seda, caminaba alrededor de la tina, imponiendo sus manos sobre los pacientes para transferirles energía y restablecer la armonía en sus cuerpos. La escena era impresionante y los resultados parecían espectaculares. Los pacientes a menudo entraban en crisis, una reacción que Mesmer interpretaba como un «flujo» de energía necesario para la curación.

Pero, al igual que en Viena, el éxito de Mesmer atrajo la atención de las autoridades. El rey Luis XVI, preocupado por proteger la salud de sus súbditos, nombra una comisión de investigación en 1784. Compuesta por médicos y científicos de renombre, entre ellos Benjamin Franklin y Antoine Lavoisier, la comisión concluye que los efectos del «magnetismo animal» no se deben a un fluido real, sino a la imaginación de los pacientes. Los resultados de los tratamientos no serían más que un efecto placebo.

Esta conclusión supuso un golpe fatal para la reputación de Mesmer. Denunciado como charlatán, abandonó París y desapareció de la vida pública.

El legado de Mesmer

Franz-Anton Mesmer murió en 1815, caído en el olvido. Pero su legado no se extinguió. Aunque la ciencia refutó su teoría del «magnetismo animal», sus métodos abrieron el camino a nuevos enfoques terapéuticos. El concepto de una energía sutil, un «fluido» que nos atraviesa, inspiró numerosas teorías y prácticas posteriores. En ellos se pueden ver los inicios de la sofrología, la hipnosis (en inglés, «mesmerismo»), pero también de los métodos actuales de sanación energética, el magnetismo y el biomagnetismo. Estos se basan en la idea de reequilibrar la armonía del cuerpo y la mente.

Imbuido de la filosofía de la Ilustración, fue uno de los primeros en abogar por una medicina basada en la naturaleza.

Mesmer fue sin duda un visionario. Aunque no pudo demostrar la existencia de su energía universal, supo poner de relieve la importancia de la relación entre el cuidador y el paciente, y el impacto de la sugestión en el proceso de curación. Su trayectoria nos recuerda que a veces es necesario pensar fuera de lo establecido para hacer avanzar la medicina, aunque nos equivoquemos. Franz-Anton Mesmer, precursor de la terapia energética y, para muchos, de la hipnosis, sigue siendo un personaje apasionante, una mezcla de genio y charlatán, cuya historia aún hoy nos interpela.

Es importante señalar que, aunque Mesmer sea considerado un pionero, en realidad no es el único que ha recurrido a esta práctica. Médicos y exorcistas utilizaron esta técnica en la misma época.

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